domingo, 27 de septiembre de 2009


El crimen

La oposición decidió no esperar más un pronunciamiento a su favor de parte de Urquiza, y decidió lanzarse a derrocarlo.
Palacio San José

El general López Jordán organizó rápidamente la revolución; el primer objetivo era apoderarse de la persona del gobernador, para forzarlo a renunciar o expulsarlo del país. Envió en su busca al coronel Simón Luengo, un cordobés que había visto la represión de los porteños en su provincia, donde habían derrocado al menos dos gobernadores federales; que había visto los crímenes de los coroneles de Mitre y Sarmiento en su provincia y en las vecinas. No se podía esperar misericordia de tal personaje, y no la hubo.

Urquiza fue asesinado en el Palacio San José el 11 de abril de 1870: una partida de cincuenta hombres al mando de Luengo llegó con caballos y redujo la guardia. Urquiza intentó defenderse con un fusil, pero fue herido de un tiro en la cabeza y rematado de varias puñaladas.

Ese mismo día eran asesinados en Concordia también sus hijos Justo Carmelo y Waldino; los dos eran amigos íntimos de López Jordán, lo que parece probar que los asesinos no actuaron por orden de López Jordán.

Tres días más tarde, López Jordán era elegido gobernador por la Legislatura. En su discurso de asunción apoyó la revolución, y apenas mencionó de paso que
"…he deplorado que... no hubiesen hallado otro camino que la víctima ilustre que se inmoló."

La mayor parte de los federales apoyaron la revolución, e incluso José Hernández llegó a hablar de "…su muerte, mil veces merecida."

Más tarde, López Jordán fue acusado de haber querido encabezar una rebelión contra el gobierno nacional. Un año más tarde, después de una resistencia heroica, la provincia era sometida por la fuerza. Los federales, tanto jordanistas como urquicistas, fueron proscriptos, y las garantías que Mitre había tácitamente acordado con Urquiza desaparecieron. La provincia fue ocupada militarmente y perdió para siempre la importancia que había tenido.

El asesinato de Urquiza contó con amplio apoyo popular entre los entrerrianos. Esto se debió a las actitudes asumidas por Urquiza: la retirada de la batalla de Pavón, su neutralidad frente al bombardeo de Paysandú, su participación en la guerra contra el Paraguay, las maniobras para evitar la elección de López Jordán y la entrega de la recaudación de impuestos en manos de un particular.

Sus restos descansan en la Basílica de la Inmaculada Concepción, en Concepción del Uruguay, provincia de Entre Rios, República Argentina.

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